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martes, 9 de junio de 2015

Inconformidad y protesta en tres cuentos de Guillermo Cabrera Infante

Sigue el rescate de ensayos académicos. Alguna gracia tienen. Aquí llego al extremo de usar palabrotas como "falologocéntrico"



Si quisiéramos definir en una sola palabra la obra del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, quizá la más apropiada sería Inconformidad. La inconformidad política, la inconformidad estética, son rasgos distintivos de un escritor que ha vivido desde una perspectiva singular –y en apariencia cambiante– los procesos históricos de Cuba desde la segunda mitad del siglo 20.
Cuentista, novelista, ensayista y crítico de cine, Cabrera Infante es autor de obras influyentes en el ámbito hispanoamericano entre las que se cuentan Tres tristes tigres, La Habana para un infante difunto y Un oficio del siglo XX. Es considerado como uno de los cuatro grandes escritores cubanos de las últimos decenios, al lado de Alejo Carpentier, José Lezama Lima y Virgilio Piñera, pero su posición política, su distanciamiento y rechazo a la Revolución Cubana, que en un principio apoyó de manera activa, hacen que su trayectoria vital y artística se sitúe en terrenos distantes a los de los otros tres grandes escritores de la isla.
Cabrera Infante no es un político y estoy seguro de que suscribiría con puntos y comas la frase de Borges: “La política es una de las formas del tedio”... El humor, el juego verbal, el cine y una nostalgia pertinaz por una ciudad que tal vez nunca existió son los ingredientes principales de la obra de Guillermo Cabrera Infante. La Habana que aparece en sus cuentos, novelas y crónicas, y que deja un recuerdo tan vívido en la memoria del lector, debe seguramente –como el Dublín de Joyce, el Trieste de Svevo o el Buenos Aires de Cortázar– mucho más a la fantasía del escritor que a sus recuerdos. (Vargas Llosa)