Cuando
se piensa en la obra de Juan Emar (Álvaro Yañes Bianchi), resulta ineludible
recordar lo divergentes que suelen ser a veces los caminos del reconocimiento y
de la calidad literaria. A veces el tiempo se encarga de reparar las aparentes
injusticias (si se considera la fama un bien deseable o un premio) que
cometieron una sociedad o una época con algunos de sus artistas de talento.
El
escritor y pintor Álvaro Yañes Bianchi nació en Chile en 1893 y murió en 1964.
Viajó constantemente entre Chile y Francia, entre 1910 y 1954, y en varias
ocasiones fijó su residencia en la capital francesa, donde tuvo contacto con
artistas e intelectuales entre los que se destacan Pablo Picasso, Vicente
Huidobro, César Vallejo, Paul Eluard y Joan Miró. Al regresar a Chile, en 1924,
después de su primera residencia prolongada en París, empezó a publicar sus
escritos de arte, en el diario “La Nación”, con el seudónimo de Jean Emar
(juego de palabras del francés coloquial: ¨j´en ai mare¨, que significa: “Ya no
más”, “Estoy harto” o “No doy más") y sus ideas renovadoras inspiraron a
los movimientos vanguardistas chilenos en literatura y artes plásticas. Más
tarde, al empezar a publicar su obra literaria, cambió su seudónimo por el de
Juan Emar.
Los
libros de Emar fueron ignorados por la crítica. En su novela Miltín, Emar
escribió: “Los señores críticos sufren acaso de este mal: ‘el miedo a
equivocarse’. Entonces se escriben un articulito con puertecitas de escape por
todos lados” (42). Sus obras aparecieron en un lapso breve de tres años. Luego,
Emar renunció a seguir publicando para dedicar los últimos treinta años de su
vida a la construcción de una obra de más de cinco mil páginas, Umbral, que sólo quiso dar a conocer de
manera póstuma.