Anonimidad
y ciudadanía en La Bagatela, de
Antonio Nariño
Un texto
que se propone reflexionar sobre las estrategias, las influencias, las
transformaciones y contradicciones que ocurren (o concurren) en otro texto,
debe tener también la cortesía de mostrar cómo operan esas fuerzas en él mismo.
Lukács afirmó que el título de todo ensayo está
precedido “en letras invisibles, por las palabras ‘Pensamientos provocados
por...’ ”(15). Si aceptamos esta sugerencia, el título de este ensayo podría
ser “Pensamientos provocados por una lectura de La Bagatela”. Entonces tendríamos que aclarar que quien piensa, el
autor de este ensayo (o la función autorial, para emplear términos de una de
nuestras herramientas metodológicas) está condicionado en su lectura por
sentirse partícipe de la comunidad imaginaria que empezaba a gestarse en el
momento en que aparecieron las 38 ediciones del periódico La Bagatela. El lector-autor de este texto busca y cree encontrar,
en las diferencias irreconciliables, en las paradojas extremas, reflejadas por La Bagatela, la explicación –o
los síntomas– de una nación que no ha podido nunca constituirse como tal y que
hoy mismo se encuentra en un momento extremo de desintegración y ruina.
La
lectura de La Bagatela obliga a
reconsiderar muchos de los discursos nacionales que aún circulan en Colombia.
Hasta la más simple cartilla de historia en ese país, menciona entre las obras
importantes de Nariño, la publicación de La
Bagatela. Pero ha sido soslayado el hecho importante de que, en su momento,
la publicación circuló de manera anónima y que su función fue, o quiso ser, la
de intentar proponer ideales de ciudadanía, de sociedad y de nación, en un
momento donde predominaban la improvisación y los intereses particulares.