Confío en que mis dos o tres lectores han notado mi
intención de ver el mundo en el que estamos sin las manipulaciones persuasivas
que nos llegan por las redes sociales, los servicios de streaming y
los medios masivos. He tratado de ofrecer un testimonio más directo. He hablado
de mis vecinos, de mis viajes y experiencias cotidianas. Me he mordido la lengua
para evitar opinar sobre títeres imbéciles a cargo de países del primer y
tercer mundo. He evitado sumarme a millares de críticos de cine que han creído
su deber opinar sobre Joker o Los dos papas, pero
no se han detenido a pensar en la ironía que supone que todos veamos lo mismo,
cuando la variedad más numerosa se encuentra a nuestro alcance.