jueves, 29 de marzo de 2012

Rogelio y Argonio

Un fragmento de La risa del muerto publicado por el suplemento Generación, de El Colombiano. Marzo 25, 2012.





–No puedo más, Argonio. Necesito saber adónde ha ido.
–Todos tenemos la necesidad desesperada de saber.
En sólo dos meses, Rogelio había llegado a parecer casi tan viejo como Argonio.
–Raquel dice que dejó todas sus cosas, pero no me permitirá verlas hasta tener noticias concretas sobre su paradero.
–Y, sin embargo, cada vez sabemos menos.
–Nadie la vio marcharse. La puerta de su cuarto estaba cerrada por dentro.
Rogelio estaba ciego a la postración de Argonio, a su infinita fatiga.
–¿Sabías que la heliotropia es una piedra mágica que hace invisible a quien la lleva? ¿Sabías que la mirra fue una mujer incestuosa que fue condenada al destierro y convertida en planta? ¿Sabías que Erisictón se devoró a sí mismo? No sólo sabemos menos –dijo Argonio con esfuerzo–. También estamos más sordos y más ciegos.
–Tengo que encontrarla –dijo Rogelio apesadumbrado.
–¿Sabías que Homero murió de rabia al no poder resolver una adivinanza? ¿Sabías que Virgilio invirtió una fortuna en el funeral de una mosca? ¿Sabías que Orígenes se castró, para evitar tentaciones? ¿Sabías que San Dionisio, después de su martirio, caminó nueve kilómetros con su cabeza cortada en las manos?
Rogelio se volvió a mirar a Argonio. Sólo en ese momento descubrió que sus pasos lo habían conducido a ese cuarto. Su amigo movía la boca con dificultad. Sus palabras eran unos débiles resuellos.
–¿Sabías que las aguas del Índico son tan trasparentes que producen vértigo a quien se inclina sobre la superficie?, ¿qué en ellas existe un precioso animal, un molusco, cuyo encuentro, según los antiguos, presagia prosperidad y venturas?, ¿que Aristóteles, Ateneo, Plinio y Opiano estudiaron sus aficiones y lo llamaron nautilus o pampilius?, ¿que en tiempo más recientes recibió el nombre de argonauta?
Era como una momia delirando, como un muerto obligado a moverse por la inercia de sus saberes. Rogelio pensó que su deber era el de recoger toda esa información que Argonio vomitaba ya sin fuerzas, como quien rescata cajas en un barco que se hunde. Pero sintió que el olvido podía ser también una forma de la libertad.
–¿Sabías que Epiménides durmió cincuenta y siete años seguidos? ¿Sabías que Crates e Hiparquia consumaron su matrimonio en presencia de renombrados espectadores? ¿Sabías que los escorpiones tienen microsismómetros en las patas, con los que pueden notar las pisadas de un insecto pequeño a un metro de distancia?
Rogelio se levantó alarmado. Al llegar a la puerta oyó que decía:
–No te hagas ilusiones. El mundo es muy grande para buscar a alguien.
Cuando todos llegaron a ayudarlo, ya no sabía nada.





lunes, 26 de marzo de 2012

La decadencia del paraíso



La decadencia del paraíso
Por Gustavo Arango
El Universal, jueves 13 de mayo de 1993.

Que nada es aislado, que cada hecho nace en otros hechos y éstos, a su vez, en otros hechos, es algo que demuestra de manera contundente la historia de una isla llamada Sri Lanka.
El pasado primero de mayo, durante el desfile conmemorativo del Día del Trabajo, un joven que viajaba en bicicleta se acercó hasta el presidente Ramasinge Premadasa y, luego de abrazarlo, activó unos explosivos que llevaba adheridos a su cuerpo.
El mundo entero supo la noticia. Las autoridades atribuyeron el asesinato al grupo “Los tigres del Tamil “, pero éstos negaron tener participación en el hecho.
Las agencias internacionales difundieron análisis en los que se referían  a los diez años de conflictos permanentes en la isla. Durante ese tiempo el país ha sido escenario de loso enfrentamientos entre el ejército y “Los Tigres”, que buscan el establecimiento del Eelam, un estado independiente para los tamiles, el segundo grupo más numeroso de la isla.
Esa noche, resguardados en sus casas por el toque de queda que implantó el gobierno provisional, recibiendo la visita de oficiales que traían una copia de la foto de algo informe que había sido una cabeza, para ver si podían aportar una pista para identificar al asesino, los habitantes de Sri Lanka (“La isla resplandeciente”), recordaron el horror interminable que ha quitado la vida  a 18 mil personas en los últimos diez años, y fueron remontándose en el tiempo, a lo largo de una enorme cadena de traiciones, de violencias, de pasiones retorcidas y elevadas, de naturalezas humanas expresándose a lo largo de dos mil quinientos años.


La primera traición

Una de las muchas leyendas que existen en torno a esta isla del océano índico, dice que en ella estaba situado el paraíso terrenal. Esa misma leyenda sostiene que en su cima más alta, el Sri Pada, se encuentra la tumba de Adán.
Según el historiador chino Fa Hsien, carecía originariamente de habitantes humanos, ya que la habitaban solamente los espíritus (yaksas) y los nagas (seres con poderes mágicos), con los que mercaderes de diversas nacionalidades sostenían tratos comerciales.
Sri Lanka es tal vez el único lugar en el mundo en el que la tradición histórica fluye de manera ininterrumpida. Según el Mahavamsa, uno de sus textos sagrados, en el siglo VI antes de Cristo, el mismo día que Buda alcanzó el nirvana, se produjo la llegada a la isla del príncipe Vijaya, con 700 de sus seguidores, provenientes del norte de la India.
Vijaya, nieto del león ancestral que hoy aparece en la bandera, fue seducido por una hechicera yaksa, llamada Kuveni, quien le prometió ayudarle a destruir a su propio pueblo si la convertía en reina. Vijaya aceptó, pero después de un tiempo se cansó de ella, la entregó a los yaksas que habían sobrevivido, para que la mataran, e inició una larga tradición entre los soberanos de la isla: la de traer sus esposas de la India.

La lágrima de la India

La relación de Sri Lanka con la India ha sido permanente. Por su forma, como de gota que cae, los románticos la llamaron “la lágrima de la India”. Se encuentra a sólo 48 kilómetros del continente y posee 425 kilómetros  de largo por 225 de ancho. A través del llamado “Paso del Elefante, que en ciertas épocas del año podía ser atravesado a pie, se movilizaron caravanas y ejércitos que incidieron  profundamente en su historia.
Según documentos, los primeros tamiles llegaron a la isla con fines comerciales, en el siglo III antes de Cristo y, aunque algunos se establecieron en la isla, ya la civilización predominante era la de los singaleses, los descendientes de Sinha (el león).
A comienzos de nuestra era, ya existían en el norte de Tambappani (como entonces se llamaba) una civilización floreciente, con profundos conocimientos de trigonometría e hidráulica, aplicados a la construcción de presas y al regadío de cultivos, y con un amplio territorio casi virgen, rico en plantas, animales y minerales a su disposición
Pero esta prosperidad despertó el interés de varios reinos de la India y vinieron tiempos de invasiones y de luchas. En el año 237, dos aventureros tamiles usurparon el trono singalés y reinaron durante 22 años. Poco después Elara, general de la India, gobernó durante 44 años, pero fue derrotado por Dutugemunu, quien restituyó la unidad de la isla y su gobierno en torno a Anuradhapura, su capital.
Según el Mahavamsa, Elara simbolizaba a los invasores tamiles  y Dutugemunu a los auténticos singaleses, pero de hecho Dutugemunu tenía entre sus tropas elementos tamiles que actuaban como mercenarios.
De lo siglos V al XII, la isla se vio sometida a la influencia de los grandes estados  del sur de la India, que varias veces saquearon Anuradhapura y llegaron a imponer sus gobermnantes.
En el año 1017, los cholas, un poderoso estado hindú que extendía sus dominios por todo el subcontinente indio, se apoderaron de la isla, trasladaron su capital más al sur, a Polonnaruwa, y se sostuvieron en el poder durante 70 años. Pero el sentimiento nacionalista de los singaleses, que ya había repelido otros intentos de dominación, finalmente logró desterrarlos.
La tranquilidad duró poco. De nuevo en el poder, los singaleses empezaron a vivir divisiones internas. Cada grupo buscó apoyo en los estados de la India y al final el trono quedó en manos de un aventurero despiadado, llamado Magha, quien gobernó por muchos años.
A la muerte de Magha, la población de la isla se dispersó. Los tamiles ocuparon las llanuras del norte y los singaleses la zona montañosa del centro y el sur, con una nueva capital, Kandy, en medio de la selva.  Sólo en el siglo XV fue posible que la isla llegara a quedar bajo un solo gobierno, el de Parakramabahu VI.
Pero la unidad no duró mucho. Los tamiles empezaron a proclamar su independencia en el norte, otras divisiones surgían en el reino y nuevos hechos vinieron a sumarse a la accidentada historia de Sri Lanka. En 1505 desembarcaron los primeros europeos.

La guerra no termina

Los primeros en llegar fueron los portugueses, quienes se establecieron en Colombo, un sitio estratégico para el comercio entre oriente y occidente.
Quien dominaba Colombo, tenía control total sobre el comercio de las sedas, las piedras preciosas y las especias. Los portugueses fueron desterrados por los holandeses y éstos, por los ingleses.
En todos esos cambios, la participación de los singaleses fue decisiva, pero no pudieron recuperar el poder. Como el interés de los europeos era comercial, en el centro de la isla el reino singalés pudo sobrevivir unos años más. Pero durante el siglo pasado, con la apertura de caminos y de líneas ferroviarias, el reino de Kandy se volvió vulnerable y muy pronto claudicó.
A mediados del presente siglo empezaron los diálogos y las negociaciones con Gran Bretaña para que la isla tuviera un gobierno independiente. Este proceso se produjo gradualmente y culminó en 1972. En ese momento dejó de llamarse Ceilán, como la llamaron los europeos, y pasó a ser Sri Lanka. Pero la independencia sólo trajo nuevos problemas y despertó algunos que estuvieron ocultos durante la colonia. A las pugnas entre los partidos políticos, con acontecimientos como el asesinato del primer ministro Solomon Bandaranaike, por un monje budista, en septiembre de 1959, se sumó el resurgimiento del interés separatista de los tamiles.
La lucha por un estado tamil independiente llegó a un momento crítico en el llamado “Julio negro”, en 1983, cuando los activistas de los Tigres de la Liberación atacaron una patrulla del ejército singalés en el norte de la isla y mataron a doce soldados y un oficial. La mayoría singalesa reaccionó en forma violenta contra todos los tamiles de la isla, golpeándolos y saqueando e incendiando sus negocios y viviendas. Cerca de 100 mil personas se quedaron sin hogar.
Pocos días después, el parlamento declaró ilegales los movimientos separatistas y, como protesta por la determinación, 16 parlamentarios tamiles abandonaron sus escaños.
Desde entonces, los enfrentamientos y atentados no han cesado y en muchos casos la principal afectada ha sido la población civil. En ocasiones, los tamiles han dirigido sus ataques contra los musulmanes (el tercer gran grupo de la isla, formado por herederos de mercaderes árabes llegados hace cerca de mil años), por su supuesto apoyo a los singaleses.
Por lo pronto, no parece vislumbrarse el fin de la guerra. De llegar a establecerse el gobierno tamil, cada uno de los estados tendrá que resolver sus propios problemas. Al interior de los tamiles mismos hay  una marcada diferencia entre los descendientes  de los primeros inmigrantes  y los que vinieron más recientemente, atraídos por oportunidades de trabajo en las plantaciones y en las ciudades.
Los singaleses, por su parte, tendrán que resolver sus pugnas partidistas, que también arrojan un saldo violento. Una semana antes de la muerte de Premadasa, fue asesinado el líder de la oposición, Lalith Athulathmudali. Ambos crímenes han sido atribuidos por el gobierno a los Tigres del Tamil, pero no se descarta la posibilidad de que existan otros móviles.

Los problemas

La historia de Sri Lanka ha sido particularmente violenta.
En sus leyendas y crónicas se habla de niños despedazados para diversión de los reyes, de personas empaladas por plantas de crecimiento rápido. Algunos grabados antiguos muestran a personas condenadas a ser aplastadas por elefantes.
Entre los miles de relatos que componen la historia de la isla, hay episodios en los que lo violento alcanza proporciones demenciales, como la muerte del príncipe Kasyapa, que asesinó a su padre y, en medio de un combate contra su hermano, se atravesó la garganta con una daga, la arrojo al aire, volvió a tomarla y la enfundó antes de caer muerto.
Refiriéndose al asesinato del presidente Premadasa, el diario Muslim de Pakistan culpó a la historia colonial: “Occidente impuso sistemáticamente su cultura de violencia a nuestras partes. Las culturas precoloniales de Asia pregonan el amor a los semejantes”.
Pero tal vez los problemas no empezaron con la llegada de Occidente, con ello sólo se agravaron. Es mucho más probable que hayan comenzado cuando a ese paraíso llegó la humanidad.






Sri Lanka

Dos columnas publicadas en El Universal, de Cartagena, en octubre de 1995, con el seudónimo de Wenceslao Triana. Diecisiete años después, el sueño de visitar Sri Lanka se encuentra a sólo unas horas. La ayuda de Kashyapa ha sido fundamental para la materialización de este viaje.





Carta a Chandrika

Mi muy querida Chandrika:
Es bastante probable que las medidas de seguridad que imperan con motivo de la cumbre de países No Alineados (iba a poner no alienados), me impidan cumplir con uno de mis sueños: darle un abrazo emocionado a la persona que dirige los destinos del lugar de la tierra que más me ha apasionado desde el momento en que supe que la tierra era más grande que el patio de mi casa.
Supe de la amada Taprobana gracias a un viejo amigo llamado Marco Polo, quien pasó por esa isla de misterio y maravilla durante su periplo por lugares que nadie de este lado de la tierra había recorrido.
Aprendí a amar a la bella y misteriosa Serendib, siguiendo al osado Simbad a través de sus viajes demenciales.
Poco a poco comprendí que un destino secreto e inexplicable me unía a esa lágrima de tierra en la que podía resumirse la historia de la naturaleza humana: un extraordinario compendio de belleza y de pasiones desatadas.
Podría, Chandrika, contarle muchas cosas de lo que ha sido mi amor por esa tierra.
Podría mostrarle las páginas de un libro, que aún no he terminado, en el que un hombre observa el sueño de viento y arena del que fue el puerto más importante de la tierra, la insuperable Tarsis Orientalis.
Podría hablarle de la tarde en que encontré, mágicamente, un libro de viajes en el que alguien hablaba de la palabra ‘serendipity', justamente el raro don de hacer hallazgos inusuales.
Podría, en fin, contarle las peripecias que he debido sortear para lograr hallar información sobre el viajero chino Fa Hsien –que pasó por su isla hace diecisiete siglos–, o mis inútiles intentos para poder leer el Mahavamsa.
Pero por mucho que dijera siempre me quedaría faltando.
Mejor será que baste con decir que hay algo de misterio inabarcable, de fantasía deambulante, en el hecho de saber que la persona que hoy dirige a Sri Lanka se pasea por las calles que yo suelo recorrer y que es posible que esta nota pueda ir hasta sus manos.
Entonces, si eso pasa, el sueño de abrazarla se habrá cumplido de algún modo y sólo me quedará otro: el de morir en esa isla en la que –como aquí– tanto se muere, por el simple y testarudo deseo de vivir.
Octubre 18 de 1995
 

Kashapa Yapa

Siempre me han Intrigado las extrañas consecuencias que tiene el simple acto de escribir.
A propósito de las historias de escritores que he venido publicando, se me ocurre que un buen tema sería las respuestas que obtienen los escritores por lo que hacen.
Algunos (pienso en Melville) se mueren convencidos de que todos los esfuerzos de su vida fueron inútiles. Ignoran que décadas o siglos más tarde les llegará un reconocimiento que por lo distante tiene algo de cínico y burlón.
Otros, por el contrario, reciben un baño de gloria por lo que escriben que a veces los pone a levitar como a sus personajes.
Entre esos extremos se mueven la mayoría de los escritores, recibiendo reconocimientos ocasionales, carticas furtivas, miradas de admiración, confesiones apresuradas y nerviosas de lectores incapaces de expresarle al escritor lo que sintieron al leer lo que escribió.
Pero hay un tipo especial de reconocimiento, el que emparenta a la escritura con la magia, el que pone al escritor a cavilar sobre el misterio que se oculta detrás de las palabras.
Algo así me sucedió hace una semana.
Si alguien me lee y —lo que es menos probable— recuerda mi columna de hace una semana, tendrá presente que se trataba de un saludo a la presidenta de Sri Lanka, la señora Chandrika Bandaranaike Kamaratunga.
Bueno, lo cierto es que con tantos problemas que tiene en su país, la señora Chandrika no vino a Cartagena y tal vez nunca reciba mi saludo.
Pero aquí viene el misterio: ese día por la tarde un hombre de acento extraño llamó por teléfono a mi casa y preguntó por el señor Triana. Dijo que estaba de paso por Cartagena y que —como suele leer periódicos para practicar el español— se había encontrado con un artículo en el que se hablaba de su país, cuando estaba convencido de que por este lado del planeta nadie tenía idea de dónde quedaba y cómo era su país.
Hablamos un par de veces. Así pude saber que su nombre era Kashyapa —el mismo de un discípulo de Buda—, que llevaba dos años recorriendo a Latinoamérica —para adquirir experiencia— y que su sueño, reticentemente confesado, era el de ser un día presidente de su país: “para no tener encima a nadie que me mande”.
Nos despedimos con el deseo de volver a encontrarnos algún día. Sabe que va hacia el sur pero no tiene un rumbo fijo. Cuando llegue a la Patagonia tendrá que pensar en algo, pero por lo pronto eso no le preocupa.
Al decirle adiós, frente a su hotel en la Media Luna, me alejé pensando que, gracias a las palabras, me había sido dado conocer a uno de los seres más libres de la tierra.
Octubre 25 de 1995







"La risa del muerto" ya está a la venta

Ya está a la venta la edición colombiana de "La risa del muerto", en la tienda virtual UPB. La presentación en Medellín será este jueves, 29 de marzo, a las 10 a.m. Corran que se agota!!!

Sigue el enlace de la Tienda virtual UPB








viernes, 23 de marzo de 2012

Un fragmento de "La risa del muerto" en Vivir en El Poblado

                                                                                                                         Boguereau, Las ninfas y el sátiro (1873).


–Levántate Epiménides. Hoy también nos esperan aventuras.

Él se sentó en el sofá. Tardó en volver de un sueño profundo.

–¿Qué hora es?

–La hora de organizarnos para salir.

Recordó que había estado leyendo hasta que empezaba a clarear.

–Encontré algo curioso entre las hojas sueltas. Parece que estaba considerando reunir sus historias en un libro parecido a las “Novelas ejemplares”. Hasta le tenía un título: “Novelas deplorables”.
–Interesante –dijo Xenia, arrojándole una toalla limpia que sacó del clóset–. Me pregunto a quién más puede interesarle.

La risa del muerto, desde Sri Lanka

Todos los amigos que viven en Medellín están invitados.
 Espero hacer la presentación, vía Skype, desde Sri Lanka.




9°Festival del Libro y la Palabra Universidad Pontificia Bolivariana
28, 29 y 30 de marzo de 2012, Puestos de Estudio Bulevar Universitario.
Programación académica. Biblioteca Cental UPB.
 Miércoles, 28 de marzo
9:45 a.m. Apertura del 9°. Festival del Libro y la Palabra Editorial UPB
10:00 a.m. Lanzamiento colección Club de Escritores: presentación de las obras Armada de amores, de Ana Cristina Aristizabal Uribe y Un encuentro con el general Córdova, de Mario Melguizo Bermúdez
Jueves, 29 de marzo
10:00 a.m. Lanzamiento colección Club de Escritores: presentación de las obras Zürich es una letra aleph, de Memo Ánjel; Cuentos para vaciar el crepúsculo, de María Teresa Ramírez y La risa del muerto, de Gustavo Arango Toro
Viernes, 30 de marzo
10:00 a.m. Lanzamiento colección Club de Escritores: presentación de las obras Universidad filológica , de Nikolaos Chalavazis y Vida querida, de Sebastián Fernández Gartner
Modera: periodista y editor Juan José García Posada
Informes: Editorial UPB 3544565- editorial@upb.edu.co
Síganos en Facebook: Editorial Universidad Pontificia Bolivariana










jueves, 22 de marzo de 2012

La risa del muerto en el Festival del Libro y la Palabra Editorial UPB





Programación académica y cultural para todos lectores universitarios y de la ciudad,  con la presencia de editoriales universitarias y comerciales, promotores de lectura, y Lanzamiento de la colección Club de Escritores Editorial UPB.
9°Festival del Libro y la Palabra Universidad Pontificia Bolivariana
28, 29 y 30 de marzo de 2012, Puestos de Estudio Bulevar Universitario.
Programación académica. Biblioteca Cental UPB.
 Miércoles, 28 de marzo
9:45 a.m. Apertura del 9°. Festival del Libro y la Palabra Editorial UPB
10:00 a.m. Lanzamiento colección Club de Escritores: presentación de las obras Armada de amores, de Ana Cristina Aristizabal Uribe y Un encuentro con el general Córdova, de Mario Melguizo Bermúdez
Jueves, 29 de marzo
10:00 a.m. Lanzamiento colección Club de Escritores: presentación de las obras Zürich es una letra aleph, de Memo Ánjel; Cuentos para vaciar el crepúsculo, de María Teresa Ramírez y La risa del muerto, de Gustavo Arango Toro
Viernes, 30 de marzo
10:00 a.m. Lanzamiento colección Club de Escritores: presentación de las obras Universidad filológica , de Nikolaos Chalavazis y Vida querida, de Sebastián Fernández Gartner
Modera: periodista y editor Juan José García Posada
Informes: Editorial UPB 3544565- editorial@upb.edu.co
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martes, 20 de marzo de 2012

Sobre "Criatura perdida"



Una reflexión de Gustavo Ibarra Merlano sobre la novela Criatura perdida. La grabación fue hecha el 9 de septiembre de 1998, en Cartagena.

Haz click en la imagen...






lunes, 19 de marzo de 2012

How the world will be in 2001



(Excerpt from an article by Arthur C Clark published in 1966)

Whitout going into details, let us list just a few of the services which will be vailable by 2001 -not in the office or factory, but in every home:









sábado, 17 de marzo de 2012

De un diario de viaje

"Todo lo que no sea matanza, o la destrucción del hombre por el hombre, no hace ruido en el mundo, no conquista fama inmediata, no hace enloquecer de admiración”.
Felipe Pérez (1836-1891)








jueves, 15 de marzo de 2012

Una reflexión sobre El origen


Entrevista con Radio Amiga Internacional (Bogotá), con motivo de la presentación de El Origen del mundo, en Colombia (agosto de 2011)







martes, 13 de marzo de 2012

El dios enternecido (Un fragmento de "La risa del muerto")

Con los zancudos era distinto, gozaban de una extraña inmaterialidad, de una fragilidad difícil de considerar: bolsitas flotantes de vida ahítas con nuestra sangre, incapaces de evitar –en medio de su llenura y su ebriedad– que una mano veloz las aplastara.

En cambio las moscas eran seres de mayor entidad. Había en ellas una luctuosa seriedad, un resplandor metálico que parecía burlarse de su torpeza. Cuando quería aplastarlas ya ellas lo sabían (parecían saberlo desde antes de que tomara la decisión) y se marchaban del sitio del impacto con una despreocupación desconcertante. Había que ser más veloz que una mosca para matarla.

Pero había algo todavía más refinado, más heroico que aquella muerte siempre lamentable y repugnante: capturar una con vida. Para conseguirlo resultaba necesario dominar el mundo y sus elementos. Horas de práctica en el piso del patio, golpes y moretones en el meñique y la base del pulgar, cientos de intentos en las largas tardes para fabricar la cápsula perfecta que atraparía la mosca, aquel justo equilibrio entre el aplastamiento y la mano virtuosamente combada y sin fisuras.

La euforia del guerrero se elevaba en el momento de sentir el corrientazo lastimero que tanteaba en la palma de la mano o entre los dedos en busca de algún breve camino hacia la luz.

Entonces había que ir apoyando lentamente la mano, cuidándose de no aplastar la alteración tibia y viscosa, su desconcierto, su risa interrumpida, su frenético considerar alternativas, para después conducirla atontada hasta unas pinzas formadas por el índice y el pulgar, y mirarla, verla batir inútilmente sus alas venosas y nacaradas, ver el horror polifónico de sus ojos y consolarla, hablarle con cariño mientras la pinza de la otra mano arranca cada una de las alas, cerciorándose a cada movimiento de que el daño no es fatal, y ponerla luego en el piso enternecidos, como un dios que acaba de crear una nueva criatura, y verla caminar unos pocos pasos, desconcertada, perdida, considerando rumbos, y verla luego correr por el piso del patio.

Verla correr y correr y correr y no poder volar.




miércoles, 7 de marzo de 2012

La risa del muerto, edición colombiana

Presentaciones:
Marzo 29, Festival del Libro y la Palabra, UPB Laureles, Medellín.
Abril 21, Feria Internacional del Libro de Bogotá



Aparece edición colombiana de “La risa del muerto*
El jueves 29 de marzo, en el marco del Festival del Libro y la Palabra de la Universidad Pontificia Bolivariana, será presentada la primera edición colombiana de la novela La risa del muerto, de Gustavo Arango, incluida dentro de la colección Club de Escritores UPB.
La risa del muerto es la segunda de seis novelas que hasta la fecha ha publicado este escritor colombiano radicado en los Estados Unidos y ganador de varias distinciones internacionales.
El año pasado se editó en Colombia su novela El origen del mundo, publicada originalmente en México, donde recibió el Premio Bicentenario de Novela 2010, convocado por Ediciones B. Ahora la editorial de la Universidad Pontificia Bolivariana edita para Colombia La risa del muerto, que recibió en Nueva York el Premio Marcio Veloz Maggiolo 2003, otorgado a la mejor novela escrita en español en los Estados Unidos.
La anécdota de La risa del muerto parece simple: Un niño ve morir a su abuelo y muchos años después, ya adulto, decide leer lo que ese hombre misterioso dejó escrito en libretas y cuadernos. Pero eso es lo único simple que tiene este libro. La risa del muerto es una novela sobre las huellas que todos dejamos a nuestro paso por la vida. Es una reflexión sobre el amor como obsesión capaz de dar sentido a la existencia. Es, también, una celebración de la escritura como vínculo entre los seres humanos. El escritor argentino Tomás Eloy Martínez destacó de esta novela “la calidad y el lirismo de su prosa”.
Gustavo Arango es profesor de Literatura Latinoamericana de la Universidad del Estado de Nueva York. Fue editor del suplemento literario del diario El Universal de Cartagena (1992-1998) y recibió el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 1992. Es colaborador del periódico Vivir en el Poblado y del suplemento Generación, de Medellín, Colombia.
El Club de Escritores en el Festival del Libro y la Palabra y la Feria del Libro ded Bogotá
La colección Club de Escritores es un ambicioso proyecto editorial que se inicia con siete títulos. La Editorial UPB realizará los días 28, 29 y 30 de marzo el Festival del Libro y la Palabra, en el bulevar del estudiante, sede Laureles. En la muestra bibliográfica participarán más de veinte librerías y editoriales universitarias y comerciales. El evento incluye en cada jornada, a las 10 de la mañana, una sesión de El Coloquio de los Libros, en la Biblioteca Central de la Universidad, para presentar las primeras siete obras de la nueva Colección Club de Escritores.
El miércoles 28 será la presentación de las obras Armada de amores, de Ana Cristina Aristizabal Uribe y Un encuentro con el general Córdova, de Mario Melguizo B. El jueves 29, se presentarán Zürich es una letra aleph, de Memo Ánjel; Cuentos para vaciar el crepúsculo, de María Teresa Ramírez y La risa del muerto, de Gustavo Arango. El viernes 30, en el marco del Coloquio será el lanzamiento de los libros Universidad filológica, de Nikolaos Chalavazis y Vida querida, de Sebastián Fernández Gartner.
Los primeros títulos de la Colección Club de Escritores serán presentados también en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el sábado 21 de abril.
*Boletín de prensa, editorial UPB.










lunes, 5 de marzo de 2012

El Gabriel García Márquez que cumplió el sueño de escribir


Un texto de Mónica Quintero Restrepo, publicado en El Colombiano, el 4 de marzo de 2012. 

   Ese día, en el viaje que Gabriel García Márquez hizo con su mamá, le dijo, como razón para su papá, que lo único que quería ser era escritor. "Y que lo voy a ser".

  Todavía estaba en los veinte y en sus bolsillos pesaba más la falta de dinero, que las mismas monedas. Lo que Gabo, como muchos prefieren decirle, o Gabito, como le dicen otros de más confianza, dijo, y escribió en Vivir para contarla, era casi una profecía. O no. De todas maneras ya tenía una vida que le daba para escribir.

  "Su gran obra es su propia vida y creo que lo consiguió", cuenta Gustavo Arango , quien escribió el libro Un ramo de no me olvides, en el que cuenta la vida del Nobel cuando estaba joven y era periodista del diario El Universal, de Cartagena.

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viernes, 2 de marzo de 2012

"Me parieron y aquí estoy" La columna de Vivir en El Poblado



Los libros del oscuro Cervantes de nuestro tiempo demuestran que las modas ignoran la buena literatura. En seis décadas, Juan Carlos Onetti fue dejando una obra con los rasgos de los clásicos: una mirada auténtica y un arte que explora territorios sin visitar. Onetti mostró parajes del alma que estaban sin nombrar.

Ya en 1939, con El Pozo, Onetti estaba ampliando horizontes. Las memorias de un cuarentón derrotado anuncian una obra que exige lectores arriesgados. Con El Pozo, Onetti se anticipó a decir lo que Camus y Sartre dirían después en El extranjero y La náusea.

En Tierra de nadie (1941) y Para esta noche (1943) están los ires y venires entre calles y oficinas, seres frágiles que fingen dureza, almas muertas empeñadas en vivir. Las raíces de nues­tra literatura urbana pueden verse en ese inventario de deses­perados. La exploración de las cavernas del alma ad­quiere su primer punto culminante con La vida breve (1950), la historia de un Juan María Brausen que combate sus miserias viviendo vidas imaginarias. Aquí nace Santa María, el escenario de casi todo lo que sigue. Aquí se perfilan personajes centrales del mundo Onetti: Larsen y Díaz Grey. Los adioses (1953) es una máquina verbal que pone en evidencia la vileza del lector.

Para mí, la mejor novela de Onetti es El astillero (1960), la historia de un viejo proxeneta que regresa a vengarse del pueblo que lo expulsó. He perdido la cuenta de las veces que he leído este libro de una belleza triste. Todos somos ese Larsen que se niega a aceptar la derrota, que saca fuerzas de la nada para engañar al mundo, para tener una casa, una mujer boba, una porción de infierno que pueda llamar suya. Allí está una de las frases más contundentes que ha dado la literatura, las palabras de una mujer flaca y encinta que proclama las únicas certezas que tienen los humanos: “Me parieron y aquí estoy”. Mientras haya seres humanos, El astillero será un libro necesario.

Antes de El astillero, Onetti estaba escribiendo una novela sobre los tiempos en que Larsen se propuso crear el prostíbulo perfecto. Es lugar común decir que Juntacadáveres se resiente por la interrupción (Onetti volvió a ella después de escribir El astillero). Pero fue el mismo Onetti quien nos metió esa idea, quizá para demostrar que los pocos que leen reproducen prejuicios o rumores a la hora de leer. Ofrezco una recompensa a quien me diga cuál es el problema de Juntacadáveres (1964), salvo el de ser uno de los retratos más sinceros que existen del alma de las mujeres.


Dejemos hablar al viento (1979) es la novela de un escritor al que no le importa agradar. Onetti quiso cerrar su obra con la palabra “cuando”, ese adverbio de tiempo que es reflejo de nuestra incertidumbre vital. Cuando entonces (1988) es la novela de quien no puede dejar de retratar derrotados. Cuando ya no importe (1993) es, en cambio, el canto de cisne de un hombre que antes de entregarse a la muerte construye algo sublime como un burdel perfecto o un astillero resucitado. El conjunto resulta inexplicable sin esa novela que Onetti escribió después de los ochenta años. Allí está el suicidio de su personaje principal, allí están la mujer niña, la vejez y la derrota; las señas de identidad. La crítica de la obra de Onetti se quedó detenida en los años ochenta. Cuando lo redescubran, habrá que releer todo su mundo desde la perspectiva de su novela final.


Publicado en Vivir en El Poblado el 2 de marzo de 2012.