La poesía está rodeada de silencio. Nace del silencio, se nutre de silencio, es una lucha contra el silencio en la que ambos están derrotados de antemano. Sus signos son la muerte y la derrota. Está hecha con estructuras que sólo se reconocen desde la perspectiva de la muerte. Mientras la narrativa se nutre de la vida, está llena de finalidad y de propósito, de cumplimiento de cosas prefiguradas, la poesía es absurda, nace póstuma, es el espejo de tinta en el que la eternidad y la nada se reconocen.
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