La columna de Vivir en el Poblado
Cuentan que en Florencia, hace ya un tiempo, vivían dos
mancebos principales, de amistad tan entrañable que costaba imaginarlos
separados. Crecieron juntos y tenían costumbres similares. Se llamaban Anselmo
y Lotario, pero se les conocía como “los dos amigos”. Su mayor diferencia era
que Anselmo se inclinaba a los asuntos amorosos y Lotario encontraba placer en
las agitaciones de la caza.
Había en la ciudad una doncella tan hermosa, tan de buena
familia y virtud, que hizo nacer en el enamorado corazón de Anselmo la voluntad
de casarse. Como “los dos amigos” no
hacían nada sin consultarse, Anselmo pidió a Lotario consejo sobre el asunto y,
ante la aquiescencia del segundo, acordaron que Lotario pediría a nombre de su
amigo la mano de la doncella.
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