En El eclipse de la
muerte, Ernest Becker cita el ensayo “Los sentimientos de culpa de Adolfo
Hitler”, de Waite, "en el que afirma que seis millones de judíos fueron
sacrificados al sentimiento personal de Hitler de insignificancia y a la gran
vulnerabilidad de su cuerpo a la mugre y a la decadencia. Tan grande era la
angustia que le producían estas cosas a Hitler, tan baldado se sentía
físicamente, que parecía haber creado una perversión singular para tratar con
ésta, para vencerla. 'Hitler obtenía satisfacción sexual haciendo que una joven
se acuclillara sobre él y se orinara o defecara sobre su cabeza'”.
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