La columna de Vivir en El Poblado
Los que nos fuimos lejos
terminamos por no ser de ningún lado. Hace treinta años me fui de Medellín,
porque tenía la sospecha de que Cartagena sería un lugar más propicio para
hacer literatura. Hace veinte años me vine al país del sueño, porque en Cartagena
tenía que relegar la literatura a las horas fatigadas de la madrugada. Aquí
estudié, soy profesor, y después de muchos ires y venires encontré unas
condiciones que me permiten ganarme el
pan y tener tiempo para escribir sin tener que vivir de lo que escribo.
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