La columna de Vivir en El Poblado
Atenas se ajusta de manera perfecta a la definición
de símbolo: ese objeto o imagen sensible que expresa una realidad inabarcable y
muchas veces abstracta. Este lugar donde las piedras brillan bajo un sol que
parece más radiante contiene y expresa las dichas y desdichas y los logros y
miserias de esa bestia decadente que, más por la costumbre, seguimos hoy
llamando humanidad.
Atenas es el centro de la grandiosa Hellas –conocida
como Grecia por todos menos ellos–, una suma de islas apenas sombreada por
laureles y olivos, donde nació Occidente hace veinticinco siglos. En este paraje
pedregoso se les dieron respuestas, todavía satisfactorias, a las viejas preguntas
sobre el mundo, sobre el lugar del hombre en ese mundo y sobre sus deberes
consigo y con los otros.
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