domingo, 9 de diciembre de 2012

Una noche de tragos con la Academia Sueca (En el Especial de Generación)


Una noche de tragos con la academia sueca
Por Gustavo Arango*

“En Estocolmo me dijeron las razones de la Academia Sueca para no darle el Nobel a Borges”, dice García Márquez durante el segundo día del taller. “Cuando uno va a recibir el Premio Nobel hay un programa muy duro, muy apretado. En Suecia no sucede otra cosa que la entrega de los premios. El primer punto de la agenda era la cena con los de la Academia. Allí se cuentan todos los secretos. Fue una noche muy divertida. Como estaban pasados de tragos, empezaron a hablar y llegamos a los ‘nobelizables’. 




“La primera pepa que les solté fue que quienes no lo recibieron eran mejores que quienes sí lo recibieron. Les hablé de Tolstoi, Conrad, Proust, Joyce, Kafka. Les  dije que tenía una gran vergüenza con Borges. Me dijeron que habían discutido mucho el tema de Borges y que la conclusión había sido que cada página de Borges es una página maestra, pero que todas juntas no hacían una obra.
“Les hablé de Graham Greene, quien me enseñó a describir el trópico. A propósito, con la modestia que me caracteriza, les cuento que yo vendo más que Graham Greene. Luego les mencioné a Rulfo. Me dijeron que había escrito poco y que era una réplica de Sófocles y del autor del Lazarillo. Al final, cuando ya todos teníamos la lengua pesada por el whisky, les dije: ‘Ustedes no tienen la menor idea de literatura’. Uno de ellos me respondió: ‘Tiene razón. Nosotros no somos literatos. Somos los curadores de la lengua sueca’.
“Para conceder el Nobel, la academia empieza con una lista de cien candidatos. En mayo, la lista se reduce a veinte. Yo había entrado en esa lista varias veces, pero como después de escribir El otoño del patriarca dije que no volvería a escribir, me sacaron de la lista. Los de la academia le tienen horror a que los Premios Nobel no vuelvan a escribir. También los preocupa mucho la idea de que casi nadie vive más de cinco años después de recibir el premio. Están muy pendientes de no equivocarse. Cuando supieron que había terminado un nuevo libro, que era Crónica de una muerte anunciada, la Academia pidió una copia y me volvieron a meter en la lista. El proceso de selección termina en el verano, cuando los académicos se dedican a leer la obra de cinco finalistas.
“Poco antes del anuncio oficial recibí una llamada de Olof Palme, desde Estocolmo, para decirme que era inminente que me dieran el Nobel. Me dijo: ‘Si dices que sí, los socialistas ganamos las elecciones’. Pase una mala noche pensando en el asunto. Todavía no había recibido la notificación y me acordé de Thomas Mann, el único escritor al que trataron de darle el premio dos veces y nunca lo recibió. Doctor Faustus, de Mann, es la mejor novela de un novelista. Cuando quisieron darle el premio, vino la Segunda Guerra Mundial y después murió. No hay mejor alivio que no ser candidato al Nobel.  
“Aquella madrugada, el primero en llamarme fue un periodista sueco que trabajaba para L’Express. Le dije que no daría declaraciones mientras el anuncio no fuera oficial. Entonces empezaron a llegar periodistas frente a la casa, vino el anuncio y todo fue un caos. Al mediodía me acordé del sueco que me había llamado de primero y lo llamé y le di la entrevista”.



* Fragmento de un texto sobre el taller de narración periodística que Gabriel García Márquez ofreció en Barranquilla, en diciembre de 1997; forma parte del libro inédito “Recuerde el alma dormida’. 








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