jueves, 10 de abril de 2014

El otro - la columna de Vivir en El Poblado

                                                                                                         Foto CBC Hamilton

El comienzo parece un homenaje a los delirios de Poe. El narrador nos tiende la primera de sus trampas al decir que lo ocurrido tal vez sea soportable si se piensa que es un cuento. Así entramos obedientes en el terror prometido, convencidos de que el cuento no es un cuento.

Cuenta el contador de este relato que una tarde del siglo pasado se sentó en un banco de madera a mirar pasar un río. No era un lugar familiar. Andaba por allí como profesor invitado. Estaba a miles de kilómetros de un sitio al que pudiera llamar suyo. Para obligarnos a identificarnos con él y con su inteligencia, dice el narrador que mirando las aguas pensó en la ocurrencia de Heráclito sobre el tiempo y el cambio y lo distintos que somos a quienes seremos y fuimos. Conoce bien a su público. Sabe que con un banco y un río similares casi todos pensaríamos lo mismo.

Leer el texto completo en Vivir en El Poblado.







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