Texto publicado en El Colombiano, de Medellín.
Colombia se ha vuelto un país de teólogos. La muerte de su escritor más reconocido ha encendido un debate sobre si es justo o no condenarlo al infierno. Se habla mucho de todo: del poder y la gloria, del exilio y de la inmortalidad, de cenizas, de acueductos y de ventas millonarias. Pero de literatura, poco.
Gabriel García Márquez no fue el mejor escritor del mundo, ni de Colombia. Como no existe el “literatómetro”, ni siquiera podemos decir que fue el mejor escritor de Aracataca.
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