Texto publicado en el periódico Centrópolis, de Medellín, en julio de 2007.
Media hora con Melissa cuesta
treinta mil pesos. Tres cuartos de hora, cuarenta. La hora, cuarenta y cinco.
De las cinco muchachitas que están libres a esa hora, solo ella tiene gestos
que no mienten demasiado. Una a una han desfilado en ropa íntima y tacones, con
las caras muy pintadas y ademanes seductores. Han saludado coquetas, han
pronunciado algún nombre. El negocio lo concreta una señora de modales
respetuosos, una inocencia en el trato que cualquiera creería que son mangos y
no gente lo que se está negociando.
La habitación es inmensa y el
mobiliario es escaso: una triste colchoneta, una silla de madera y una caneca
pequeña.
Afuera el mundo transcurre,
tumultuoso y agitado, centropolitano.
–Cuéntame un cuento, Melissa.
–No sé ninguno –responde.
–¿Qué lugar te gustaría visitar?
–La luna.
–¿Y en la tierra?
–Quiero conocer el mar.
–¿Tienes sueños?
-–Tengo el sueño de casarme y
tener hijos.
–¿Y qué harías si tuvieras mil
millones?
–Me compraría una casa y le daría
el resto a los pobres.
El cabello de Melissa es color
noche ensortijada. Tiene ojos indefinidos que varían con las luces del entorno.
–Dime un recuerdo feliz.
–Cuando iba con mi padre a
cabalgar.
–Y uno triste.
–El día que lo mataron.
–¿Y si un genio te ofreciera tres
deseos qué cosas le pedirías?
–Que mi padre vuelva a estar
vivo. Que Muñeca mi yegua vuelva a estar viva. Quiero un novio que me quiera.
–¿Has amado?
–Yo, jamás.
En los ojos de Melissa puede
verse que es inmune a la maldad.
-–¿Qué edad tienes?
-–Yo, dieciocho -–se apresura a
responder.
–¿Qué quieres ser cuando grande?
–Ser médica o profesora.
–¿Qué te gustaría enseñar?
–Quiero enseñar a escribir. Tengo
siempre una libreta en la que escribo mis cosas.
–¿Me lees lo que has escrito?
–Te lo digo de memoria: “Si me
pides que te quiera, te quiero. Si me pides que te ame, te amo. Si me pides que
te olvide, te quiero, te amo, pero olvidarte no puedo”.
–¿Eso es tuyo?
–Más o menos, una parte. “Cómo
quieres que te olvide, si cuando empiezo a olvidarte me olvido del olvido y
empiezo a recordarte”.
¿Y si el genio te ofreciera
responderte tres preguntas?
Una mano sin modales golpea
fuerte la puerta, el tiempo se ha terminado.
–Solo quiero que me diga cómo y
cuándo el mundo se va a acabar.
Texto publicado en el periódico Centrópolis, de Medellín, en julio de 2007.
Siempre es un gran placer leerte, Gustavo...
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