jueves, 20 de diciembre de 2018

El roce de otras vidas

La columna de Vivir en El Poblado



  El invierno en Siberia invita a recogerse en la tibieza, a ver el mundo a través de cristales que separan del frío y la blancura, del anochecer temprano, del paisaje desierto de donde las criaturas también han desertado. La noche es larga y callada y solitaria, podría invitar a pensar que has llegado donde estás porque erraste el camino, pero basta un gesto leve y distraído para que el mundo parezca estar más cerca, para que voces e imágenes amadas se asomen y resuenen en ese espacio donde solo sonaba el refrigerador de vez en cuando, algunos pasos remotos en un piso de madera, un ladrido distante, un silencio elocuente y constante que ya dura tres lustros y no parece dar indicios de querer acabarse.



Aeropuerto Internacional de Miami






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