“¿Qué es eso chiquito y arrugado que
todos llevamos por detrás?” Al principio la pregunta se confundió con las
conversaciones de los pasajeros, pero pronto se produjo un silencio general.
Hubo algunas risitas. El hombre aprovechó que ahora tenía la atención del
respetable y volvió a preguntar. Nadie se atrevió a dar la respuesta que
estábamos pensando. Era evidente que se trataba de una adivinanza maliciosa
para la que habría una respuesta tan inocente como lógica.
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