Cuento finalista del Premio Juan Rodríguez Freyle, 2001.
El hombre encargado de buscar la unidad pasó por peligros terribles pero consiguió encontrarla. Llamó del aeropuerto y dijo que vendría sin demora, dijo que tomaría un taxi de inmediato. Se nos ocurre ahora que fue una imprudencia dejarlo tomar un taxi.
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