Un fragmento de Santa María del Diablo.
El primero de agosto de 1514, Pedrarias escribió al Rey para darle cuenta de su llegada. Sin mencionar el reporte de Balboa, hizo una detallada descripción de la situación de la colonia y de la gobernación. Varios miembros de la expedición escribieron a la Corte y dijeron que el clima era pestífero y más pernicioso que el de Cerdeña. Se sentían en el infierno, y la lista de quejas era interminable. Decían que Santa María estaba en un valle profundo, rodeado por ásperos collados, por lo que sólo recibía los rayos del sol de manera perpendicular, y que aquella luz era incisiva y molesta. Se quejaban de la lluvia y los caminos pantanosos, y de los mosquitos que pululaban en las aguas estancadas. Decían que las pulgas y los sapos y otras alimañas brotaban cuando el sudor de los esclavos caía al suelo.
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