La columna de Vivir en El Poblado
Hace un cuarto de siglo
compré mi primer computador. Acababa de ganar un premio de periodismo que me
ayudó a escapar de la prehistoria y, cuando puse a funcionar aquel hermoso
aparato, me sentí el protagonista de una película futurista. “Te jodiste, Tolstoi”,
pensé mientras tecleaba mi primera página virtual.
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