La sección "Vidas de artistos"en la revista virtual Cronopio
Los lectores de novelas de detectives
son legión. Basta mencionar el tema para que empiecen a hacer memoria de
autores y personajes: Conan Doyle y su Sherlock Holmes, Agatha Christie y su
Hércules Poirot. Si la fiebre por el tema es elevada, entrarán en controversia
sobre el origen del género. Unos dirán que empezó con Edgar Allan Poe y sus
crímenes de la calle Morgue; otros, que con la ya milenaria pesquisa de Edipo
para concluir que él mismo era el asesino de su padre.
Con el tiempo, los relatos policiales
fueron recibiendo un lugar en el Olimpo de la alta literatura. Nadie discutía
la calidad de la obra de Hammett o Simenon, y autores como Borges y Chesterton
elogiaron las virtudes del género como alegoría de las preguntas esenciales del
hombre. Pero no siempre había sido así. En sus comienzos, las novelas de
detectives eran consideradas un género inferior, algo así como la zona de
tolerancia de la literatura.
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