jueves, 30 de agosto de 2018

¡Parada!

De aquellos primeros días en la ciudad de los crepúsculos
recuerdo sobre todo mis nuevas relaciones con el aire. 
Era como haber llegado a otro planeta. 
La luz y los sonidos viajaban de manera diferente en el calor y la humedad. 

La columna de Vivir en El Poblado



Cada vez que me encuentro con alguno aburrido con la vida le aconsejo que se marche y se reinvente en otro lado. Ser otro en otro lado fue mi mantra salvador hace treinta años, cuando la ciudad de la enferma verraquera me tenía ya sin fuerzas y sin ganas de seguir respirando. El aspirante a suicida podrá argumentar que el esfuerzo de marcharse no se justifica; pero, si aún conserva alguna chispa de entusiasmo, entenderá que entre la nada y la aventura es preferible la segunda. Con el cambio de escenario la sensación de acorralamiento suele disiparse y uno descubre que el mundo es más variado e interesante que lo que su pueblecito agobiante podía mostrarle.

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