Cuando era muy joven, el escritor y místico
franco-italiano Lanza del Vasto llegó a la biblioteca de su universidad y, con
un aire optimista y decidido, le dijo al bibliotecario: “Quiero leer a Santo
Tomás”.
El bibliotecario lo miró con una mezcla de sorna e
incredulidad.
“¿Está usted seguro?”, le preguntó.
“Sí”, dijo Lanza del Vasto.
El bibliotecario lo condujo a un cuarto y movió su mano
en dirección a una enorme estantería:
“Todo esto es Santo Tomás”.
Para ocultar su desconcierto, Lanza del Vasto agregó:
“Quiero la Summa Teológica”.
El bibliotecario siguió sonriendo y le mostró una hilera
de treinta libros.
“Quiero el volumen dedicado a la Santísima Trinidad”.
Cuando tuvo el libro en las manos, Lanza del Vasto leyó
la primera línea de la primera página, aquella que dice “Dios es relación, pero
no es relativo”. Luego suspiró, cerró el libro y lo entregó agradecido.
“¿No es lo que busca? ¿Desea algo distinto?”, preguntó el
bibliotecario, quien ya empezaba a tenerle simpatía a ese joven osado que se
atrevía a leer un libro que muy pocos leían en aquel tiempo y muchos menos leen
hoy en día.
Entonces, Lanza del Vasto le respondió: “Con lo que acabo
de leer, me alcanza para toda la vida”.
Y de hecho le alcanzó. A pesar de que no es un autor muy
famoso en el mundo de los best sellers,
Lanza del Vasto goza de una enorme reputación entre los especialistas europeos
en literatura del siglo XX. Algunos afirman que su obra Peregrinación a las fuentes, que narra su viaje a la India para
encontrarse con Gandhi, es una de las obras literarias más importantes de ese
siglo.
Lanza del Vasto sería conocido también con el nombre de
Shantidas -Servidor de la paz- que le dio el Mahatma Gandhi. Abandonó la
poesía, que cultivó cuando joven con mucho éxito, porque sentía que el rigor de
la creación artística lo alejaba de Dios.
Fue músico, cantante, tallista admirable. Fundó la Comunidad
del Arca, dedicada a promover la no-violencia, la cual desapareció poco
después de su muerte, por falta de interés entre los jóvenes por su estilo de
vida austero y falto de comida y de adrenalina.
Ayunó para protestar contra las torturas en la guerra de
Argelia, ayunó en el Vaticano, para pedirle al Papa que asumiera una posición
contra la guerra, hizo protestas en la India, Argentina y Francia. Un par de
veces visitó Colombia, pero muy pocas personas fueron a escucharlo y, entre los
que fueron, muchos procuraron no prestarle oídos, porque ese “apóstol de la
no-violencia” —como también lo llamaron— habló de cosas que en Colombia rara
vez se han entendido.
Lanza del Vasto Nació en Italia en 1901 y murió en
España, en 1981. Poco antes de morir, declaró en una entrevista: “Las
civilizaciones se han sucedido una tras otra como olas; han traído la sangre y
el fuego. La nuestra está en extremo peligro. Hemos acumulado todos los medios
necesarios para destruir lo que hemos hecho y a nosotros mismos. No hay nada
más urgente que encontrar otro modo de fundar la vida sobre el mundo”.
Si algún efecto ha producido entre nosotros su mensaje es que los canales de televisión colombiana no se están peleando por los derechos para hacer una serie sobre su vida.
Si algún efecto ha producido entre nosotros su mensaje es que los canales de televisión colombiana no se están peleando por los derechos para hacer una serie sobre su vida.
Publicado en Vivir en El Poblado el 9 de octubre de 2014.
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