Texto publicado en El Universal, de Cartagena,
en agosto de 1993
Que
el país está jodido, todo el mundo lo sabe. Por eso las preguntas que le
hicimos al arquero René Higuita no tocan directamente la situación actual ni su
propia situación legal. Le enviamos un cuestionario con cincuenta preguntas y
nuestra voz de aliento. Le decíamos que muchos lo apoyaban y le preguntábamos
qué música le gusta o cuáles son sus platos predilectos. Le preguntamos sobre
sus recuerdos y sus sueños, sobre sus alegrías y sus llantos.
Pusimos
la carta con preguntas al correo y nos pasamos los días siguientes
preguntándonos dónde iría esa carta, en qué manos estaría, si ya habría cruzado
por las rejas y estaba en las manos del portero.
Era
como arrojar al mar una botella con un mensaje.
La
respuesta llegó mucho antes de lo que esperábamos.
***
“Amigo, reciba un
caluroso saludo para usted y todos los que lo rodean”.
Las
letras de Higuita parecen balones, su estilo es directo.
“Trataré al máximo de
responderle todas sus preguntas. Aquí voy, espero comprenda mi ortografía”.
La
primera pregunta del cuestionario era:
¿Qué lugar del mundo te
gustaría conocer?
-Creo que en un lugar
donde haya tranquilidad y paz, puede ser una finca, con ganado, caballos, como
un lugar que aparente un zoológico.
De los que conoce ¿cuál o
cuáles te han gustado más y por qué?
-Lugares hay muchos. Cada
quien tiene su mundo. El mundo mío prácticamente se basa en mi tierra Colombia
y todos los lugares que conozco y me gustaría conocer están acá en Colombia mi
tierra. Yendo a la pregunta, me gusta Puerto Triunfo y Puerto Berrío, porque
los conozco y se asimilan a mi mundo y a mi tranquilidad.
***
Las
alegrías vienen en diferentes tamaños. Hay unas tan pequeñas que ni nos damos
cuenta de que las sentimos. Hay otras, en cambio, que nos elevan hasta el aturdimiento
y la tristeza.
Recibir
una carta es una alegría pequeña que luego se crece o se vuelve más pequeña. De
todas maneras alegra saber que hay alguien que nos recuerda.
A
veces la carta trae cuentas por pagar o noticias alentadoras. A veces las cartas
son de amor. A veces, poquísimas veces
en la vida, generalmente nunca, las cartas son de aquellos personajes
legendarios e intangibles que han dado a nuestras vidas momentos imborrables.
***
¿Te gusta recordar? ¿Qué
importancia le das a los recuerdos?
-Recuerdo todo y le doy
mucha importancia
a los recuerdos. Aunque me gusta recordar más las cosas buenas, para ponerlas
en práctica con mi familia.
¿Qué momento o momentos de tu infancia son los que más
gratamente recuerdas?
-En la vida hay momentos
y momentos. Gratos e ingratos. Gratamente recuerdo que era de una familia muy
pobre, que tenía que pedir los pasajes para ir a entrenar y lo más importante
era que tenía una madre que trabajaba para darme lo mejor.
Hablando de tu infancia.
Es común que cuando niño se sueñe con lo que se quiere ser. ¿Quisiste ser algo
en particular?
-Quise ser médico pero no
tenía la suficiente paciencia para estudiar. De pronto lo que soñé, en un 95% se me ha hecho realidad.
Si pudieras ser otra cosa
o si pudieras vivir otra vida, ¿qué te gustaría ser?
-Seguiría
jugando al fútbol. Quisiera seguir jugando fútbol.
***
Cuando
se recibe una carta de René Higuita, lo primero que uno piensa es que se trata
de una mentira, de un error de nuestros sentidos o de una broma de los amigos.
Cuando
se recuerda que nadie que haga ese tipo de bromas sabe lo del cuestionario, se
comprende que es verdad, que Higuita ha respondido. Sí, Higuita, el futbolista
aquel que ha elevado al país hasta el cielo pero también lo ha deprimido.
*
* *
¿Qué personaje mundial
admiras? ¿Por qué?
-Siempre he dicho que
admiro a mi abuela, así no sea un personaje nacional o mundial, porque de ella
he aprendido lo mejor que posee un ser humano: la humildad, la verdad, la
honradez, etc.
De todos los personajes
famosos que has conocido ¿cuál es el que más te ha impresionado? ¿Por qué?
-No lo conozco pero me
impresiona Fidel Castro presidente de Cuba, por su personalidad.
¿Qué música te gusta?
¿Qué canción en especial y por qué?
-Toda la música me gusta
‘la Conga’ de Ricardo Montaner, la música de Vicente Fernández, ‘Paloma del
alma mía’ del Gran David, ‘Solo le pido a Dios’ de Mercedes Sosa, el Binomio de
Oro, etc.
¿Te gusta leer? ¿Qué
libros te han gustado?
-Casi
nunca me ha gustado leer, pero ahora toca; todos los libros me gustan y ahora
más que nunca porque el mismo pueblo colombiano me los ha regalado. Sea la
oportunidad para agradecer a todas las personas que han mostrado su solidaridad
por medio de cartas y libros.
***
Lee
uno el nombre René Higuita en la esquina de ese sobre azul cuadrado y recuerda
la noche del 31 de mayo del año 89.
El
país entero estaba en juego.
Por
primera vez un equipo colombiano, Colombia, mejor dicho, tenía la posibilidad
de ganar una Copa Libertadores de América.
El
equipo debía ganar en el tiempo reglamentario y ganó. Vino luego el tiempo
extra y se mantuvo el marcador. Finalmente llegaron los tiros desde el punto de
penal y Colombia empezó a vivir uno de
los episodios más tensos y alegres de su historia presente.
Y
empezó Higuita a tapar penales.
Uno,
dos, tres, ya nadie recuerda cuántos.
Y
sus compañeros se equivocaban al patear y él tapaba. La pelota era absorbida
por sus manos, como si se le entregara.
Penal,
tras penal, Colombia lloró y se rio histérica.
La
gente brincaba y gritaba. Veía las lentas ceremonias de cada cobro. Algunos, en
el instante preciso, se negaban a mirar.
Esa
noche los relojes se pararon. En el aire se trenzaban insultos y oraciones. “Este Higuita es el mejor portero del
mundo”, exclamaron algunos, intentando inútilmente moldear con sus palabras
la grandeza de ese instante.
Algunos
secretamente desearon que los jugadores del Nacional siguieran equivocándose,
para que René Higuita lo siguiera salvando.
Pero
los nervios de los hombres se fatigan y algunos suplicaban que ese infierno de
esperanzas alentadas y pospuestas terminara.
Y
después pateó Leonel y Colombia se abrazó.
Ese
día comprendimos que también era posible derrotar a la derrota.
***
¿Cuál o cuáles son tus
comidas preferidas?
-La bandeja paisa, el
mondongo, la cazuela de mariscos, el ajiaco, en fin, me gusta todo.
¿Cuáles son los valores
que quieres inculcarle a tus hijos?
-Que sean hombres de bien
y que luchen por salir adelante en todo lo que se propongan.
¿Has pensado cómo serás
dentro de veinte o treinta años? ¿Qué te gustaría hacer en esa época?
-No he pensado. Pienso
más en el presente que en el futuro. Después de determinada edad, dedicarme a
mi familia.
¿Has llegado a sentirte
cansado del fútbol? ¿Has pensado renunciar a él?
-El cansancio del fútbol
no le he sentido. He sentido más el
cansancio mental que ocasionan algunos medios periodísticos y de comunicación.
Renuncio más fácil a la prensa que al fútbol.
¿Te preocupa que mucha
gente te olvide?
-No, no me preocupa, al
fin y al cabo la vida está muy agradecida con mi persona. Hay mucha gente que
muere sin aportar un granito de arena a su patria. Yo he aportado mucho,
entonces estoy tranquilo con Dios y conmigo mismo.
¿Qué retos te has puesto
hacia el futuro?
-Los retos míos siempre
han sido ser el mejor en lo que me proponga, seguir siendo el mejor.
¿Te gustaría escribir la
historia de tu vida?
-La estoy escribiendo.
Muy pronto saldrá un libro.
¿Has pensado en la
muerte?
-No, en ningún momento, ni
me gustaría pensar. Todavía pienso que me quedan muchas cosas para aportar a mi
país.
¿Qué piensas de ella?
-No pienso nada. No se la
deseo a nadie y, como anteriormente lo dije, no me gusta pensar en ella.
¿Cuántos años te gustaría
vivir?
-Todos los años que mi
Dios me dé.
¿Qué escribirías en tu
tumba de epitafio?
-Que escriba mi familia y
mi pueblo.
¿Cuáles crees que son tus
mejores virtudes?
-No me gusta hablar de
mí, que hablen los que me conocen.
¿Crees en el zodíaco?
-Soy muy positivo. Lo leo
y si me dice cosas interesantes las creo, si no lo paso desapercibido.
¿Qué signo zodiacal eres?
-Virgo.
¿Qué características de
ese signo tienes?
-Que me gusta ser
perfecto y puntual.
¿Hay algún refrán que
recuerdas con frecuencia?
-A un árbol sin fruto no
le tiran piedras.
***
Las
respuestas de Higuita llegaron en tres hojas de block rayado.
Sus
frases son claras. No tienen tachones. La ‘y’ se parece a un arquero volando,
la ‘i’ es como un uno que está cabeceando.
***
¿Lloras con frecuencia?
-No,
pero lloran los guaduales, no vamos a llorar los colombianos que estamos llenos
de sentimiento.
¿Has llorado por el fútbol?
-He
llorado por el fútbol, por mi pueblo y por la injusticia.
***
Tal
vez con las hojas de ese block, Higuita ha respondido a las cartas que la gente
le ha mandado. Tal vez ha escrito su vida. Tal vez ha dibujado.
Es
posible imaginarlo recostado en una cama, llevándose el bolígrafo a la boca,
pensando y escribiendo las respuestas en las hojas.
***
¿Cuál crees que ha sido
tu mejor momento deportivo?
-Todos los momentos en mi
deporte han sido buenos, los mejores. Cada día que lo practico es excelente.
¿Cuáles jugadas o
actuaciones son las que mejor te han hecho sentir?
-No me voy ni por
momentos ni por jugadas, lo mejor es estar cada día luchando el pago por mi
familia.
Antes de tu viaje a
España era más evidente que te habías puesto el reto de hacer un gol de arco a
arco. Recuerdo particularmente un partido con el Junior en Medellín en el que
tu llegada al arco de Carrabs (tu antiguo compañero de equipo) terminó en una
jugada que para algunos fue pena máxima. ¿Qué tan importante era ese reto en
esa época?, ¿qué significa ahora?
-La vida está llena de
retos y creo que es un reto que tengo a nivel deportivo mas no un obligación.
Yo me divierto con el fútbol y todos los partidos y las jugadas tienen un
significado especial.
Una de las
características que mayor éxito y admiración te ha dado es el coraje para
enfrentar situaciones de riesgo. ¿Para ti qué significa el miedo?
-El miedo lo tomo como
respeto.
¿A qué le temes?
-A la injusticia, a la
falsedad, a la mentira.
¿A qué crees que se debe
tu seguridad?
-A la tranquilidad de
conciencia.
***
Allí,
en ese extraño episodio que le ha dado la vida, René Higuita ha tenido la
oportunidad de recibir la gratitud de mucha gente para él desconocida.
Al
silencio en ese sitio en el que añora la alegría de un estadio, han llegado una
a una las voces distinguibles de personas que antes para él no tenían nombre,
que eran sólo tribunas enloquecidas o millares de sonrisas.
Hay
algo de paradójico en que tal vez sólo ahora se esté comunicando con esa
multitud que lo quiere como a un hijo, un amigo o un hermano, que ha vivido sus
jugadas frente a un televisor o ha gritado su nombre en los estadios.
***
Una de las relaciones más
difíciles y a la vez más gratificante es la que se da con el público. ¿Cómo te
sentiste cuando empezó la fama?
-Siempre me he sentido muy
bien y, a Dios gracias, creo que he respondido a las expectativas de la fama.
¿Te asustó? ¿Sentiste que
te hacía cambiar?
-No, en ningún momento,
antes me fortaleció espiritualmente, me hacía cambiar la pobreza y me daba
estabilidad económica.
En el estadio, cuando la gente grita tu nombre, ¿qué
sientes?
-Una emoción muy grande,
ganas y deseos de hacer mejor las cosas.
¿Cómo definirías la fama?
-Como una responsabilidad
y como una bendición de Dios.
***
Hay
un lugar de la memoria en el que viven los recuerdos imborrables. Allí están
nuestros seres queridos, nuestras luchas, las dichas personales y unas pocas
alegrías colectivas.
Sólo
el fútbol ha logrado que Colombia sea feliz.
Sólo
esa rodante ceremonia ha conseguido borrar las diferencias y rencores, ha hecho
que tengamos las mismas ilusiones.
Ni
el líder con más carisma, ni el artista más fecundo, nos ha dado los éxtasis
unánimes que nos ha dado el fútbol.
Es
por eso que Higuita se ha metido en la memoria de millones de personas. A ese
sitio donde habitan los recuerdos más profundos han llegado sus tapadas, las
salidas de su arco, la alegría que le ha
dado a mucha gente que hoy lo apoya con sus cartas, mucha gente que le dice que
lo admira, que recuerda sus jugadas, mucha gente que desea que esté fuera de la
cárcel y regrese a regalarles más momentos memorables.
***
¿Quién o quiénes han sido las personas que mejor te han
aconsejado?
-Todos. Los que tengo más
cerca y los que no me conocen. Quienes más me aconsejan son los técnicos, mi
abuela y los directivos del Nacional. En fin, todo el mundo, porque me quieren.
¿De los futbolistas que
has conocido a cuál admiras más como persona?, ¿a cuál como jugador?
-A todos los futbolistas
los admiro como deportistas y como personas.
¿Si se apareciera el
genio de la lámpara de Aladino qué deseos le pedirías?
-Que no hubiera guerras, injusticias,
que hubiera empleo y que no hubiera tanta pobreza.
¿Qué significa para ti tu
cabellera?
-Para mí es un símbolo de
fe y fuerza.
¿A qué le tienes fe?
-A la biblia y a mi
abuela y al pueblo colombiano.
¿Tienes supersticiones?
-De pronto en mi modo de
vestir.
¿Cómo definirías a
Colombia?
-Colombia es un país con
gente muy buena pero desafortunadamente el gobierno no explota esas virtudes de
los colombianos.
***
Y
ya que cada uno conserva con cariño sus recuerdos y sus propias gratitudes, prefiero
las salidas de los arcos, una en particular.
Sucedió
hace unos cinco años. Higuita era famosa pero no tanto. Ya había pasado el
éxito de la selección juvenil de Marroquín en Asunción y la Copa América en
Buenos Aires -donde el fútbol colombiano
empezó a ser respetado-, pero quedaban faltando retos importantes. Nacional
debía llegar a la Copa Libertadores para que finalmente la fama se desbordara.
Era
un partido entre Nacional y Junior. El partido iba uno a uno y faltaban como
quince minutos para que terminara.
Esa
tarde había llovido.
El
balón le quedó a Higuita en su área grande y nadie fue a presionarlo. Entonces
decidió salir jugando.
Para
muchos ya esas salidas eran normales.
Casi
nadie recuerda en qué momento Higuita llegó a la mitad de la cancha, en qué
momento siguió de largo.
De
pronto, la gente empezó a salir de su embotamiento, los testigos de ese hecho
empezaron a pensar que algo asombroso e inusual estaba sucediendo.
Algunos
respiraron tranquilos porque pocos metros después de la mitad de la cancha,
ante el naciente estupor de compañeros y
rivales, Higuita le pasó el balón al más veterano y sapiente de su equipo.
Alexis
García tal vez nunca olvide esa tarde en que Higuita salió de su arco, pasó la
mitad de la cancha y le entregó el balón. Tal vez nunca olvide las ganas de
reír y gritar que sintió cuando vio que ese hombre de negro y de gris y melena
alborotada, en lugar de regresar, avanzó a la punta izquierda y con gestos le
pidió que le entregara el balón. Que se lo entregara él, Alexis de la cordura.
Y
la cordura sucumbió. Alexis le dio el balón e Higuita siguió hacia el área,
siguió jugando, siguió corriendo, siguió driblando rivales petrificados.
Todo
el estadio se puso de pie, miraba horrorizado y fascinado ese homenaje a la
desmesura. Daba ganas de llorar viendo a Higuita jugar así.
Hay
momentos en la vida que duran pocos segundos y, sin embargo, es posible
sentarse a recordarlos durante horas.
Higuita
entró al área. Mucha gente a esas alturas deliraba. Algunos, pensando en el
contragolpe, dejaban todo vestigio de sensatez: “si nos hacen gol, que lo hagan”.
En
el fútbol, cuando una jugada se encumbra hasta lo divino, se acostumbra decir
que la jugada pagó el partido. Yo diría que ese instante justificó haber
vivido.
Es
posible que otras personas tengan entre sus recuerdos una jugada distinta pero,
en mi caso personal, las otras no tenían el encanto de estarlas presenciando en
el lugar, de estar allí sintiendo el palpitar del corazón de ese portero que ya
mira frente a frente al otro arquero y se prepara a rematar.
Luego
vino la falta. Pero el árbitro, al no pitar pena máxima, no estuvo a la altura
de las circunstancias.
Higuita
quedó en el suelo, bajo la sombra del arco.
Permaneció
allí varios minutos. Exhausto. Feliz. Oyendo la alegría de su gente, besando y
oliendo la grama de su gloria, el aroma mojado de su tierra, y se dejó dormir.
Tuvieron
que despertarlo para seguir el partido. Pero no hubo más partido. Ambos equipos
jugaron nerviosos, sin decisión, aturdidos por lo que habían visto.
En
la tribuna, la gente no paró de gritar. El juego ya no interesaba. Ya no podía
haber nada capaz de superar lo que acababan de vivir. Hasta un gol, a esas
alturas, podía resultar inoportuno.
La
tarde terminó en medio de brazos sudorosos levantados y gritos y cojines
arrojados por los aires y abrazos y besos y risas y llantos, y un propósito
aturdido entre la gente, la promesa de que un día tendría que dejar el
testimonio del milagro de un Higuita rutilante. Tendría que obligar a mis
palabras a decir eso que vi en aquella tarde. Tendría que mostrar ese momento en que nos dijo sin
palabras que también era posible atreverse a lo más grande.
En
ese momento, en esa tribuna de seres felices mirando a ese hombre de gris
extendido en la grama, un Higuita pequeñito entró corriendo en cada corazón
acelerado, traspasó la línea media del olvido, avanzó por un costado, y siguió con su balón y su
carrera hasta el sitio más lejano, ese sitio donde habitan los recuerdos imborrables,
los seres y momentos que le han dado a nuestra vida motivos y esperanzas.
***
¿Qué será lo primero que
harás cuando salgas?
-Pienso descansar
mentalmente siquiera unos cinco días, si hay tiempo. Si no, directamente a
seguir entrenando y a jugar.
Agosto 16 y 23 de 1993
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