Todo el mundo anda hablando de ciudades. Yo mismo hace
poco hablé de Cartagena. Me han pedido que escriba sobre Medellín y he dicho
educadamente que, si escribo sobre esa ciudad, de cuyo nombre no quiero
acordarme, será para decir cosas que me granjeen enemigos. Piensen no más lo
que ocurriría si digo que Medellín es como un niño acomplejado y reparón,
siempre buscando la atención de los papás y mirando los platos de sus hermanos
para comprobar que no salieron engañados. “Que Cali va a hacer juegos
mundiales. Pues, pidamos la sede de unos olímpicos. Siendo tan verracos como
somos, no nos la podrán negar. Ve, nos la negaron. Pues tampoco era tanta la
gana”.
Es como esos tipos que compran camionetas enormes para
compensar pequeñeces. “Tenemos el puente más puente de Latinoamérica, el mejor
alumbrado de la vía láctea, la educación de más cerebro lavado. Ganamos el
premio de los más innovadores en una competencia en la que fuimos los jurados y
éramos los únicos que sabían que estaban participando”. Mientras los costeños
se divierten dando futbolistas sobrenaturales, cantantes que también son danzarinas,
actrices que algunos consideran las más hermosas del mundo, y novelistas que
escriben sobre mujeres como ellas… mientras todo eso, decía, Medellín se
dedica a fabricar bichos muy raros: el delincuente más sanguinario, el huérfano
más vengativo y la niña que más huye en bicicleta. Con imaginarse a esos dos
detrás de uno, gana medalla de oro cualquiera.
Y para que el homenaje sea completo, transcribiré en el
último tercio de la columna —el pedazo que se llevará el gobierno con sus
impuestos—, un poema que refleja la hermosura del lugar. Hace poco una amiga me
decía que este poema está tan fresco como cuando lo escribió De Greiff hace
cien años:
Villa de la Candelaria
Vano el motivo
desta prosa:
nada...
Cosas de todo día.
Sucesos
banales.
Gente necia,
local y chata y roma.
Gran tráfico
en el marco de la plaza.
Chismes.
Catolicismo.
Y una total inopia en los cerebros...
Cual
si todo
se fincara en la riqueza,
en menjurjes bursátiles
y en un mayor volumen de la panza.
León de Greiff, 1914
Publicado en Vivir en El Poblado 29 de agosto de 2013.
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