sábado, 6 de junio de 2015

A las puertas del convento

John Everett Millais

LEO EL TRATADO de san Ambrosio sobre las vírgenes y me encuentro, me hallo a las puertas de una revelación.
    Ya está aquí, se le siente instalándose tranquila en toda la humanidad. Pero la lectura del libro es como el ritual que la convertirá en una realidad.
    En ese libro sí hay historias increíbles.
    Está, por ejemplo, la historia de la doncella que decidió ser virgen y, para defenderse de los ataques que se la querían comer, decidió también entrar al convento de san Ambrosio.
    En la puerta del convento, algunos allegados quisieron detenerla. No por la fuerza, más con palabras (que son más tercas). Uno de ellos dijo lo que había que decir, el último recurso:
    “Si tu padre estuviera vivo no habría permitido que entraras a ese convento. Sabes muy bien eso”.
    La doncella respondió con serenidad:
    “Dios sabe lo que hace. Tal vez mi padre está mejor muerto”.
    Los allegados se miraron en silencio: había en sus gestos diversas variedades del repudio y la aprobación.
    “Por cierto”, dijo la doncella, llena de altivez y fuerza. “A aquel que será mi esposo no le gusta que detengan la llegada de la novia al sacramento”.
    Y un rayo cayó del cielo y se alojó en la cabeza del último que había intentado detenerla.
De Una noche en el bosque







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