Fragmento de Un ramo de nomeolvides: García Márquez en El Universal.
Para quienes todavía siguen en la sintonía, tenemos
una de las cartas que más llenan de orgullo a la ciudad de Cartagena (y eso que
ha sido tema de muchas cartas). Se trata de la carta de un hombre de cuarenta y
tres años –que ha tenido una vida azarosa y aún no ha escrito casi nada– en la
que le pide a una tal ‘Vuestra Magestad’ un trabajito en cualquier lado, así
sea en Cartagena.
Leamos esta carta ajena.
* * *
Madrid, mayo
21 de 1590. Miguel de Cervantes Saavedra dice: que ha servido a Vuestra
Magestad muchos años en las xornadas de mar y tierra que se han ofrecido de
veinte y dos años de esta parte, particularmente en la batalla naval donde le
dieron muchas heridas, de las cuales perdió la mano de un arcabuzado; y el año
siguiente fue a Navarino e después a la de Túnez e a la Goleta; e viniendo a
esta Corte con cartas del señor don Xean, y del Duque de Sesa para que Vuestra
Magestad le hiciese merced, fue cautivo en la Galera del Sol y él y un hermano
suyo, que también ha servido a Vuestra Magestad en las mismas xornadas, e
fueron llevados a Argel, donde gastaron el patrimonio que tenían en rescatarse,
e toda la hazienda de sus padre e las dotes de dos hermanas doncellas que
tenían las quales quedaron pobres por rescatar a sus hermanos y después de
libertados, fueron a servir a Vuestra Magestad en el reino de Portugal, e a las
Terceras con el Marqués de Santa Cruz, e agora al presente están sirviendo e
sirven a Vuestra Magestad, el uno de ellos en Flandes, de Alférez; y el Miguel
de Cervantes fue el que traxo las cartas e avisos del Alcadie de Mostagán, e
fue a Orán de orden de Vuestra Magestad e después asistido sirviéndose en
Sevilla en negocios de la Armada por orden de Antonio de Guevara, como consta
por las informaciones que tiene; y en todo este tiempo no se le ha hecho merced
nenguna. Pide e suplica humildemente, quanto pende a Vuestra Magestad, sea
servido de hacerle merced de un oficio en las Indias de los tres o quatro que
al presente están vacos, que es el uno la Contaduría del Nuevo Reyno de
Granada, e la Gobernación de la Provincia de Soconusco en Guatimala, o
Contador de las Galeras de Cartagena o Corregidor de la cibdad de la Paz; que
con cualquiera de estos oficios que Vuestra Magestad le haga merced, la
rescebirá, porque es hombre ávil e suficiente e temerario e benemérito, para
que Vuestra Magestad le haga Merced; porque su deseo es acontinar siempre en el
servicio de Vuestra Magestad, e acabar su vida como lo han hecho sus
antepasados, que en ello rescebirá muy grande bien e merced.
* * *
Si las ciudades tuvieran oportunidad de decidir la
fecha en que quieren celebrar el Día del Idioma, Cartagena de Indias escogería
sin dudar el 21 de mayo.
Fue un 21 de mayo de hace cuatro siglos cuando un
desesperado genio pensó en Cartagena como una esperanza.
Fue un 21 de mayo, también, cuando apareció en
Cartagena la primera columna de prensa de otro genio –más joven y menos desesperado–
que con el tiempo alcanzaría una estatura similar a la del primer genio
apurado.
Curiosamente, los desprevenidos lectores de El Universal leyeron ambos textos en la
edición del viernes 21 de mayo de 1948 –en las páginas tres y cinco– sin
percatarse de la oculta y estrecha relación que había entre esas voces de
genios ignorados, sin saber todo el sentido que ese vínculo tendría con los
años.
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