martes, 21 de mayo de 2013

21 de mayo de 1590: Cervantes pide un trabajito en Cartagena.


Fragmento de Un ramo de nomeolvides: García Márquez en El Universal. 


Para quienes todavía siguen en la sintonía, tene­mos una de las cartas que más llenan de orgullo a la ciudad de Cartagena (y eso que ha sido tema de muchas cartas). Se trata de la carta de un hombre de cuarenta y tres años –que ha tenido una vida azarosa y aún no ha escrito casi nada– en la que le pide a una tal ‘Vuestra Magestad’ un traba­jito en cualquier lado, así sea en Cartagena.
Leamos esta carta ajena.

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Madrid, mayo 21 de 1590. Miguel de Cervantes Saa­vedra dice: que ha servido a Vuestra Magestad muchos años en las xornadas de mar y tierra que se han ofre­cido de veinte y dos años de esta parte, particular­mente en la batalla naval donde le dieron muchas heridas, de las cuales perdió la mano de un arcabuza­do; y el año siguiente fue a Navarino e después a la de Túnez e a la Goleta; e viniendo a esta Corte con cartas del señor don Xean, y del Duque de Sesa para que Vuestra Magestad le hiciese merced, fue cautivo en la Galera del Sol y él y un hermano suyo, que tam­bién ha servido a Vuestra Magestad en las mismas xornadas, e fueron llevados a Argel, donde gastaron el patrimonio que tenían en rescatarse, e toda la hazienda de sus padre e las dotes de dos hermanas doncellas que tenían las quales quedaron pobres por rescatar a sus herma­nos y después de libertados, fueron a servir a Vuestra Magestad en el reino de Portugal, e a las Terceras con el Marqués de Santa Cruz, e agora al presente están sirviendo e sirven a Vuestra Mages­tad, el uno de ellos en Flandes, de Alférez; y el Miguel de Cervantes fue el que traxo las cartas e avisos del Alcadie de Mostagán, e fue a Orán de orden de Vuestra Magestad e después asistido sirviéndose en Sevilla en negocios de la Armada por orden de Antonio de Guevara, como consta por las informaciones que tiene; y en todo este tiempo no se le ha hecho merced nenguna. Pide e suplica humil­de­mente, quanto pende a Vuestra Magestad, sea servido de hacerle merced de un oficio en las Indias de los tres o quatro que al presente están vacos, que es el uno la Contaduría del Nuevo Reyno de Granada, e la Gobernación de la Provincia de Soco­nusco en Guatima­la, o Contador de las Galeras de Cartagena o Corregi­dor de la cibdad de la Paz; que con cualquiera de estos oficios que Vuestra Mages­tad le haga merced, la rescebirá, porque es hombre ávil e suficiente e temerario e benemérito, para que Vuestra Magestad le haga Merced; porque su deseo es acontinar siempre en el servicio de Vuestra Magestad, e acabar su vida como lo han hecho sus antepasados, que en ello resce­birá muy grande bien e merced.

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Si las ciudades tuvieran oportunidad de decidir la fecha en que quieren celebrar el Día del Idioma, Cartagena de Indias escogería sin dudar el 21 de mayo.
Fue un 21 de mayo de hace cuatro siglos cuando un desesperado genio pensó en Cartagena como una esperanza.
Fue un 21 de mayo, también, cuando apareció en Cartagena la primera columna de prensa de otro genio –más joven y menos desesperado– que con el tiempo al­canzaría una estatura similar a la del primer genio apurado.
Curiosamente, los desprevenidos lectores de El Universal leyeron ambos textos en la edición del viernes 21 de mayo de 1948 –en las páginas tres y cinco– sin percatarse de la oculta y estrecha relación que había entre esas voces de genios ignorados, sin saber todo el sentido que ese vínculo tendría con los años.



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